Mi caos (I)

Soy muy visceral. Cualquier detalle me pone nerviosa. Me he propuesto no dejarme llevar por los malos pensamientos. Al fin y al cabo, esto es lo que tiene que pasar, ¿no?

No voy a renunciar. Estos son mis días. Yo llegué primero. He luchado. Me lo merezco. Y punto. No quiero discutir, no quiero hablar de ello. Cuando llegue el momento me echaré a un lado. Pero por ahora claro que sí, claro que puedo quererte en público. JODER YA.

Locuras a parte, la paz y el calor volvieron a mi. ¡Casi me echo una siesta! Y hacía meses que era incapaz de cerrar los ojos siquiera 10 minutos por las tardes. Es por eso que no puedo sentir nada de esto como algo malo, si lo que trajo a mi vida fue seguridad -en todos los sentidos- y tranquilidad.

El problema de todo esto son los sentimientos. Luchar contra algo que quieres sentir y que además sabes que es correspondido es una pesadilla. Luchar contra algo que deberías evitar a toda costa es agotador. Pero ya estoy harta de negar lo evidente. He intentado decir adiós de verdad, con todas mis fuerzas, varias veces. Es lo que debería hacer. Pero mi instinto de huída está atrofiado después de tantos reveses. Así que por ahora me agarro a un clavo ardiendo.

Eris.

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